miércoles, 11 de junio de 2014

Adiós, Caracas. Mi ciudad de la furia.

Adiós, Caracas. Mi ciudad de la furia. 

No salí huyendo de ti. Aunque muchos me sugirieron -una y otra vez- que lo hiciera. 
Nunca quise irme, la verdad. Por una razón: mis amores están ahí. Pese a que todo se está cayendo a pedazos.


Pero llegó el día. Y no me quedó de otra que irme. Una oportunidad tocó mi puerta y no podía dejarla pasar. Así que con el corazón arrugado, hice maletas y volé a emprender una nueva vida en otra ciudad. 


Aunque te extraño y te lloro, me reconforta saber que fui fiel a ti. En las buenas y en las malas. Te defendí frente a quienes pensaban que no ofrecías nada bueno. Traté de convencer a más de uno de tus mil encantos. Escudriñé entre tus calles buscando algo curioso que llamara la atención de los demás para que voltearán a mirarte. Y creo que lo logré. Así que me quedo con la tranquilidad de saber que hoy cuentas con más enamorados que cuidarán de ti. 


Fuiste inspiración de este proyecto que me dio las mayores satisfacciones (4 premios, 3 ediciones del concurso de fotografía, 1 exposición y miles de entrevistas). Sin esperarlo, se convirtió en una bendición para mí. Y pese a que podría decir que muere con mi partida, prefiero decir que muta. Ya no serás más Caracas Ciudad de la furia. Pasarás a ser Ciudad Positiva. Así, donde quiera que esté, podré seguir aportando algo, con la idea de que algún día pases a ser Caracas Ciudad Positiva y volvamos a encontramos.


Gracias, Caracas, por haberme dado tanto.

Te llevo conmigo.

Mirelis Morales Tovar
Logo: Marielisa Muller. 

viernes, 4 de abril de 2014

Lo que nos hace ser venezolanos


Lo que nos hace ser venezolanos


Tenía casi tres meses sin escribir en el blog.
En tiempos tan convulsos, no tenía inspiración.
Me resultaba difícil decir algo, cuando nada está claro. 
Pero creo que cada quien debe dar su aporte.
Y quiero pensar que este puede ser el mío.


En tiempos donde sólo vemos diferencias. En tiempos donde todos contra todos (como dice el amigo Fito). Consideré que lo más sano era escribir sobre lo que nos identifica, lo que nos hace ser venezolanos. Recordar lo que nos evoca nuestro gentilicio puede llevarnos a pensar más en lo que nos une, que en lo que nos separa.

Un venezolano que se respete dice “Feliz año” hasta que llega Carnaval.
Un venezolano se persigna cuando pasa frente a una iglesia, aunque tenga años que no reza ni un Padre Nuestro.
Un venezolano no ha comenzado a sentir los primeros síntomas, cuando le prende una vela a José Gregorio.
Un venezolano desde chiquito se come el cuento del “ratón Pérez”, aunque nunca haya visto a tal roedor.
Un venezolano es el único que entiende cuando le dicen “si, Luis”, pese a que no tenga idea de quién es ese señor.
Un venezolano no cree en supersticiones, pero recibe el Año Nuevo comiendo uvas, usando ropa interior amarilla, sacando la maleta, llevando dólares en la mano “por si acaso”.
Un venezolano sabe que nada como un sancocho para devolverle el alma al cuerpo, y una cerveza para pasar el “ratón”.
Un venezolano reconoce la diferencia entre un guayoyo, un tetero, un con leche, un marrón, pero no logra prepararlo como "el portu" de la panadería.
Un venezolano espera con ansias que llegue octubre para volverse monotemático y no cesar de “chalequear” al equipo contrario hasta que se acabe la temporada de béisbol.
Un venezolano entiende que en el estadio sólo se come  “papita, maní y tostón”. 
Un venezolano se aburre cantando “Ay, que noche tan preciosa” pero lo hace para no empavar el cumpleaños.
Un venezolano  desempolva los cds de gaitas cuando llega noviembre y canta “Faltan 5 pa las 12” cuando está punto de acabar el año.
Un venezolano sabe que  no hay “pelo malo” que no ceda ante un buen secador.
Un venezolano no estrena. El venezolano se pone tremenda “pinta”.
Un venezolano sabe que no hay parrilla sin guasacaca.
Un venezolano sabe que toda "Hora Loca" marca el fin de una boda.
Un venezolano no toma una foto familiar sin antes decir: digan whisky.
Un venezolano no sabrá dónde está México pero se sabe todas las canciones del Mariachi.
Un venezolano sabe muy bien que sin cava no hay playa.
Un venezolano echa gasolina con el "vuelto" y siempre le deja algo al bombero pal café
Un venezolano se las "echa" de tener el mejor chocolate del mundo.
Un venezolano reconoce la diferencia entre un telita, un palmizulia, un guayanés, un queso e mano y duro pa rallar.
Un venezolano se manda a rezar la culebrilla, aunque no tenga idea de por qué.
Un venezolano nace con su arepa bajo el brazo.
Un venezolano lleva por dentro alma de buhonero.
Un venezolano pide la bendición. De lo contrario, que asuma las consecuencias.

Un venezolano no cree en princesas, porque aquí lo que sobran son misses.
 

(Continuará)



Mirelis Morales Tovar
@mi_mo_to
Foto: Ciudad Ccs

jueves, 9 de enero de 2014

Seamos luz en tiempos de desesperanza





Seamos luz en tiempos de desesperanza


Se me acabó el optimismo. Así, en seco.

Hoy siento una profunda desesperanza. Y ante ese sentimiento, no sé qué hacer.

Por mucho tiempo, creí que las cosas iban a mejorar, que “vendrían tiempos mejores”. Incluso en los momentos más conflictivos, siempre guardé una pequeña esperanza de que podríamos tomar otro rumbo. Y sin importar cuán pequeño fuese ese sentimiento, era suficiente para animarme a seguir creyendo que algún día tendríamos un mejor país.

Pero ya no. Mi generación no verá los cambios. Tampoco sé si lo verán la que me sigue. Y con esto no quiero ser negativa. Simplemente, comienzo a ser realista. Mis años más productivos los he vivido en medio de una infructífera confrontación política, que sólo cosechó odio, miedo, desarraigo e  incertidumbre. En ese terreno nos hemos movido y frente a eso asumimos la actitud de ir contracorriente. No más.

La realidad es esa. Y a los optimistas nos pesa. Nos pesa mucho. ¿Qué hacer frente a eso? No lo sé. El barco se fue. Y ya parece que no volverá para rescatar a quienes quedamos como exiliados en nuestra propia tierra. Así que permítanme vivir el luto. Me siento derrotada. Abatida. Incapaz de decirle a alguien: quédate, esto va a cambiar.
Pretendía dejar este texto hasta aquí. No me sentía con ánimos de alargar más estas líneas. Pero por cosas de la vida (o de Dios) me  llegó de pronto un artículo titulado: “Grafittis con esperanza por calles donde la vida no vale nada”. La verdad, no creo en las casualidades. Tenía que leer esa nota para reconfortarme, quizás. Allí la periodista presenta un proyecto de arte urbano que se hizo en un barrio de Panamá, denominado Somos Luz. Una muestra de cómo el trabajo con la comunidad puede ayudar a rescatar valores. No sé si sea un rayito. Pero en lo más profundo de mi corazón, deseo que nosotros también seamos luz... Porque donde hay luz, hay vida.
 
 
Mirelis Morales Tovar
@mi_mo_to 
 
 

SOMOS LUZ English Subtitles from boamistura on Vimeo.