sábado, 29 de junio de 2013

Las cosas que me entristecen en Caracas



  

Gracias, Santos Michelena
Tu muerte pasó por debajo de la mesa. Fue en el puente del 24 de junio 2013 y ni los diarios lo reseñaron. Qué lástima.


Era una ocasión para recordar tu legado y para agradecerte por todo lo que hiciste por esta ciudad.

Sí, porque pocos le han dado tanto belleza a Caracas como tú. La Plaza Venezuela, por ejemplo, no sería igual de hermosa sin ese atractivo visual que le confiere tu fuente. Lo mismo La Hoyada, el Foro Libertador o Altamira. 


Fuiste el hacedor de las fuentes de Caracas. Y te encantaba conversar sobre ello: "Yo no construía fuentes, yo hacía obras de arte", declararías alguna vez.


Tuve la dicha de conocerte. Trabaja en ese entonces en el Diario El Universal y estaba haciendo seguimiento a las obras de rehabilitación de la Plaza Venezuela. Alguien, en ese entonces, me sugirió: ¿por qué no te hablas con Santos Michelena?


“¿Ese señor está vivo?”, me pregunté, pues sabía que él había proyectado la cuarta versión de la fuente de Plaza Venezuela, pero de eso hacia ya 30 años. “¿Y dónde lo ubico?”, consulté. “La vas a ver sentadito en la puerta del Colegio de Ingenieros”, me dijeron. Y así fue.


Cuando llegué al Colegio de Ingenieros, estabas allí sentadito en la puerta. Tu apariencia me enterneció. Cargabas tu boina negra, que te daba un aire tan bohemio, tan intelectual. Pero, en contraste, llevabas guindado a tu camisa un Ipod Shuffle, que me reveló que pese a tus años eras un hombre  de espirítu joven. 


Murió Santos Michelena: ingeniero creador de las fuentes de Caracas

Me recibiste gratamente. Dispuesto a conversar. Estuvimos en tu casa, donde me explicaste sobre los proyectos que habías hecho a lo largo de tu vida. Fue una entrevista larguísima, porque no parabas de hablar. Te apasionaba el tema hidraúlico. Y yo me dejé contagiar. 

Cuando me disponía a irme, me dijiste. Te voy a dibujar. "¿Qué dice, señor?", me pregunté. Y así, sin más, tomaste un lápiz, un papel y trazaste unos líneas que hicieron la imagen que tenías de mi. 


No olvidaré ese día. Ni tampoco la noche de la inauguración de las obras de rehabilitación de Plaza Venezuela. Tú estabas sentado esperando que te llamaran para hablar en público y cuando finalmente tocó tu turno, te levantaste y le diste un dibujo a la gerente de PDVSA La Estancia, Beatrice Sansó de Ramírez, que habías hecho durante el acto de reinauguración de tu obra. 

Así eras tú... como el agua misma.

¡GRACIAS, Santos! ¡Gracias, por todo!

Mirelis Morales Tovar
@mi_mo_to
Foto: Caracas Retrospectiva // Luis Vallenilla (Cadena Capriles)

lunes, 10 de junio de 2013

Las cosas que me gustan hacer en Caracas





Y así conocí el Cementerio General del Sur 

Tenía que sacarme la espinita. Y me la saqué.

Estaba “picada” de que todo el mundo me contara sobre el Cementerio General del Sur y de que yo sólo lo hubiese visto de lejos, cuando tenía pautas en el Hospital Padre Machado.


“Tienes que ver el mausoleo de Joaquín Crespo”, me decían. “Allí está la tumba de Ismaelito, el de la Corte Malandra”. “Debes conocer el cementerio judío”. “La zona donde están los cadáveres que nadie identifica se llama La Peste”… No vale, me dije un día, TENGO que ir. 


Pero, claro, sola ni loca. Así que apenas supe que el personal de Fundacaracas estaba organizando rutas patrimoniales por el camposanto y que el recorrido contaba con el resguardo de los funcionarios de la Policía de Caracas no lo pensé dos veces… ¡¡¡¡VAMOS!!!

Y nada mejor que ir acompañadas por las chicas de Urbanimia, maestras en lo que ha rutas por Caracas se refiere, y con Inés Espinal, madre del proyecto Hatillarte con una gran sensibilidad artística. El equipo perfecto, pues. 




A este tipo de experiencias, siempre voy sin mayores expectativas. Dispuesta a que me sorprenda. En este caso, sabía que me toparía con un espacio muy deteriorado. Pero estaba convencida de que encontraría cosas muy interesantes. Y así fue. El recorrido estuvo lleno de curiosidades. Me sorprendió mucho, por ejemplo, el espacio donde reposa María Francia, guardiana de los estudiantes.  La pequeña casa está repleta de cuadernos, chemises, carnets y medallas en señal de agradecimiento. 



Según te explican en el paseo, María Francia fue una excelente estudiante de derecho, quien murió mordida por una serpiente el día de su boda, cuando estaba en el jardín cortando su buquet. ¿Qué de cierto sea esto? No lo sé. Porque según su fecha de nacimiento 07/10/ 1905 y su fecha de deceso 15/02/1920, la joven sólo llegó a cumplir 14 años. Lo cierto, es que las incongruencias poco importan, cuando de fervor se trata.


A su lado reposa, Ismael Sánchez, mejor conocido como Ismaelito de la Corte Malandra. Para quien no lo conoce, sorprende ver esas imágenes con pistolas en el cinto. Pero ya sabiendo de qué se trata, la verdad me decepcionó pues la esperaba más temeraria. No sé si sea la palabras más adecuada. Pero es la que me viene a la cabeza.


Un poco más allá, un árbol repleto de casas de maderas y carritos despiertan demasiada curiosidad. Se trata del “altar” de Victorino Ponce, un albañil que construía casas de madera para las personas más necesitadas de Curiepe. El lugar donde reposan sus restos lo resguarda José Ferrer, un hombre con un profundo fervor que se encarga de mantener ese espacio, luego de que Victoriano se le apareciera en un sueño para solicitárselo, según el mismo cuenta.




Y así entre estación y estación, se va recabando historias, imágenes, anécdotas… El paseo es bastante informal. No existe un levantamiento histórico exhaustivo. No espere conocer los detalles arquitectónicos de los mausoleos, ni los nombres de los artísticas que realizaron las esculturas que reposan sobre las tumbas. Sólo es una oportunidad para conocer este espacio con seguridad, exorcizar los demonios que lo rodean, matar la curiosidad y saldar una deuda pendiente con la ciudad. Así que, por todos lados, vale la pena. ¡Atrévase! Y me cuenta.


Mirelis Morales Tovar
Fotos: Renier Otto