Jorge Volpi y el terror de la ciudad
Los venezolanos tenemos miedo. Pero también los mexicanos, los colombianos y hasta los estadounidenses. “Somos sobrevivientes cotidianos de los miedos más hostiles, en un ambiente de tensión”, diría el escritor mexicano Jorge Volpi. “Desde los hechos del 11 de septiembre, vivimos en la sociedad del miedo. Existe la sensación de estar siempre en peligro. Y es paradójico, porque en ningún otro siglo la vida ha sido tan segura”.
A su juicio, las ciudades se han transformado en función del miedo. Las plazas, por ejemplo, quedaron relegadas a los más pobres. Los centros comerciales se han vuelto el nuevo espacio público para la clase media y alta (Y eso como le molesta a la Faría,no?) “El centro comercial es el espacio del paseo, del entretenimiento, del consumo. Y ahora también de la cultura. ¿Por qué? Por la transformación de las ciudades producto del miedo”.
Las ciudades fueron hechas para los coches. Y ahora sentimos miedo de quedarnos atrapados en nuestro propio carro. El asunto es que caminar se ha vuelto una proeza, por las distancias, por el riesgo y por el temor de ser arrollados. Pero también sentimos miedo del transporte público, de los taxis y del Metro. Los taxis, por ejemplo, se han convertido en herramienta de los secuestros. “Los taxis existen, pero sabemos que no los debemos tomar”, comentó.
Sentimos miedo del crimen, del secuestro, de las nuevas bandas. Nos recorre una sensación constante de peligro. De que nos van a matar a la vuelta de la esquina. Pero también tenemos miedo de los cuerpos de seguridad, pues sabemos que forman parte del delito.
Tenemos la sensación de estar abandonados por todos. No creemos en los políticos, no creemos en los jueces… Sentimos desconfianza, asco…Tenemos la creencia de que los políticos no sirven para nada, que son corruptos. “Terror a los políticos y a los jueces es lo que sentimos”. Vivimos, entonces, una profunda sensación de soledad, de abandono. “Una soledad cívica que se une a la soledad propia de las grandes ciudades”, acotó.
“¿Pero cómo sobrevivimos?”, se preguntó. La Teoría Evolutiva, se aplica en este caso. Los que se adaptan mejor a los medios hostiles serán los que van a sobrevivir. “¿Pero por qué tenemos que adaptarnos a vivir así? ¿Estamos condenamos?” volvió a preguntarse.
En opinión de Volpi, necesitamos espacios mínimos de convivencia. Medios de transporte que permitan un tránsito mejor; políticos que acentúan la igualdad; democracias que limiten el poder de los gobernantes; transformar la manera en que son educados los ciudadanos y orientar la educación a la solidaridad, a la auténtica educación cívica. “Medellín es un ejemplo de que no todo es para mal en Latinoamérica”.
A su juicio, las ciudades se han transformado en función del miedo. Las plazas, por ejemplo, quedaron relegadas a los más pobres. Los centros comerciales se han vuelto el nuevo espacio público para la clase media y alta (Y eso como le molesta a la Faría,no?) “El centro comercial es el espacio del paseo, del entretenimiento, del consumo. Y ahora también de la cultura. ¿Por qué? Por la transformación de las ciudades producto del miedo”.
Las ciudades fueron hechas para los coches. Y ahora sentimos miedo de quedarnos atrapados en nuestro propio carro. El asunto es que caminar se ha vuelto una proeza, por las distancias, por el riesgo y por el temor de ser arrollados. Pero también sentimos miedo del transporte público, de los taxis y del Metro. Los taxis, por ejemplo, se han convertido en herramienta de los secuestros. “Los taxis existen, pero sabemos que no los debemos tomar”, comentó.
Sentimos miedo del crimen, del secuestro, de las nuevas bandas. Nos recorre una sensación constante de peligro. De que nos van a matar a la vuelta de la esquina. Pero también tenemos miedo de los cuerpos de seguridad, pues sabemos que forman parte del delito.
Tenemos la sensación de estar abandonados por todos. No creemos en los políticos, no creemos en los jueces… Sentimos desconfianza, asco…Tenemos la creencia de que los políticos no sirven para nada, que son corruptos. “Terror a los políticos y a los jueces es lo que sentimos”. Vivimos, entonces, una profunda sensación de soledad, de abandono. “Una soledad cívica que se une a la soledad propia de las grandes ciudades”, acotó.
“¿Pero cómo sobrevivimos?”, se preguntó. La Teoría Evolutiva, se aplica en este caso. Los que se adaptan mejor a los medios hostiles serán los que van a sobrevivir. “¿Pero por qué tenemos que adaptarnos a vivir así? ¿Estamos condenamos?” volvió a preguntarse.
En opinión de Volpi, necesitamos espacios mínimos de convivencia. Medios de transporte que permitan un tránsito mejor; políticos que acentúan la igualdad; democracias que limiten el poder de los gobernantes; transformar la manera en que son educados los ciudadanos y orientar la educación a la solidaridad, a la auténtica educación cívica. “Medellín es un ejemplo de que no todo es para mal en Latinoamérica”.
Mirelis Morales Tovar
Ponencia ofrecida el jueves 5 de noviembre. Fundación para la Cultura Urbana.
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