Los fortines que oculta
El Ávila
Alguna vez escuché de la
existencia de unos fortines en El Ávila. Pero de allí a creer que quedaba algo
de ellos, pues no. ¿Cómo? ¿Por lo menos, se verían de lejos? O se
hablaría más de ellos. No sé. Lo cierto es que a veces olvidamos las dimensiones
del Parque Nacional y otras desconocemos lo que esconde nuestro pulmón
natural.
Por esas cosas del
azar -o de Facebook, mejor dicho- descubrí que existe un
grupo que se llama Fundhea (Fundación Historia Ecoturismo y
Ambiente) y que ellos conocen el secreto mejor
guardado de El Ávila. Y aquí va lo mejor: el equipo no sólo sabe dónde están
los fortines sino que se encarga de llevar a personas interesadas en descubrirlos.
Así que un sábado,
acepté la invitación de Fundhea y me lancé -junto a Caque, mi compañero de aventuras citadinas- a ver que tanto de fábula o de
realidad había en el cuento de los fortines. El madrugonazo es parte
del viaje, pues hay que estar a las 8 de la mañana en La Pastora. Allí te encuentras con un
grupo muy variopinto de personas, con quien te une la misma curiosidad. Es casi, casi
un plan vacacional.
Te montas en un jeep y comienza el recorrido. Varias paradas se hacen a lo largo de la ruta, lo que abre el paréntesis para que Derbys López explique las anécdotas del lugar. A la hora de almuerzo, nos detuvimos en un sembradío, ubicado en la parte más alta de Maiquetía. Allí comimos junto a un montón de lechugas, zanahorias y remolacha, dentro de un extraño ambiente nublado pero cargado de humedad.
Salimos rumbo a los
fortines. Bien!!! Tras un trecho caminando, se llega a El Fortín San Joaquín de la Cuchilla, cuya construcción data de 1770. De él sólo queda en
pie las paredes exteriores y un aljibe que tiene un poco más de cinco metros de
profundidad. Igual, da mucha emoción estar allí y descubrir ese espacio.
Claro, qué chévere hubiese sido si lo hubiesen preservado más. Pero bueno… No se
puede negar que lo que hay está bien mantenido, que los guardianes de ese
espacio le ponen cariño y te cuentan detalles histórico del lugar con esmero.
Continuamos hacia el Fortín del
Medio y el Castillo Negro, de los cuales no queda prácticamente nada. Uno que
otro vestigio, para que te des una idea de que existió. Lo fascinante es la
oportunidad que tienes de estar en un lugar único y disfrutar desde allí de un espectacular atardecer. El paseo es íncreíble, pero debo decir que la dedicación que le pone el equipo de Derbys hace que uno se sienta privilegiado de conocer
este espacio de la ciudad. ¿Entonces, qué? ¿Se animan?
Para
más información:
Mirelis Morales Tovar
@mi_mo_to
Fotos: cortesía de Fundhea
QUEEEEEE??? DEBO ir... amo que descubras cosas chéveres en Caracas porque así -cuando tenga compañía- disfrutaré de esos espacios y la gente se sorprenderá de que los conozco jeje GRACIAS!
ResponderEliminarjeje Gracias Karla!! qué bueno que te sirvan mis sugerencias. Yo disfruté mucho este paseo. Y te digo, no necesitas compañía. Vas a ir en grupo y allí se conoce gente muy chévere. Si te animas, cuéntame cómo te fue. Ellos también hacen otros paseos a El Calvario y otro al Pico Picacho. Recibe un fuerte abrazo :D
ResponderEliminarMirelis te recomiendo sus otros paseos!!!
ResponderEliminarLástima que ahorita no está haciendo el de La Guaira Colonial y el de Tras la Huella de Guzmán. Yo los he hecho todos y la experiencia es sin igual y Derbys es una persona súper especial y el equipo de trabajo es genial :D