Caracas tiene muy pocos dolientes
El comportamiento del ciudadano
dificulta la labor de mejorar la urbe
Caracas tiene un enemigo. O mejor dicho, 3,6 millones de personas adversas viviendo en su territorio. Y es que el caraqueño, aunque duela decirlo, se ha convertido en el peor amigo de la capital, a causa de su maltrecha identidad y de su poco sentido de pertenencia.
En ese saco no sólo entran quienes echan la basura, con la excusa de que la ciudad carece de papeleras. O quienes irrespetan las señales de tránsito, sin importar que su infracción cause mayor congestionamiento. También se incluye a quienes son incapaces de decir buenos días al entrar a un ascensor o dar las gracias a cualquiera que le ofrezca un buen servicio.
La ausencia de esas reglas mínimas de convivencia, que constituyen lo que se conoce como cultura ciudadana, conducen al irrespeto del patrimonio común, al desconocimiento de los derechos del otro y a una inexistente participación.
"El caraqueño adora su ciudad moderna, pero no se comporta como esa modernidad le exige", opina el sociólogo Juan Manuel Trak. "No respeta la convivencia ciudadana, gusta de apropiarse de los espacios públicos y de irrespetar al otro, lo que lo convierte en un enemigo de la ciudad".
A juicio del sociólogo Amalio Belmonte, la identidad del caraqueño está tan poco arraigada, que le resulta difícil apelar a ella al momento de defenderla. "Esa ambigüedad explica por qué somos tan poco cuidadosos con el entorno o por qué somos tan agresivos con el otro. Es así como podría decirse que en nosotros hay una especie de masoquismo de hacer de Caracas un lugar poco vivible".
Ahora bien, sería un error asegurar que todos los caraqueños son indiferentes a los problemas de la ciudad. Algunos pueden tener conciencia de aquello que no deben hacer, pero a veces la condiciones de la capital no favorece a que sean buenos ciudadanos.
"El comportamiento cívico requiere educación, pero además condiciones en la ciudad que lo favorezcan", comentó el sociólogo Roberto Briceño León. "Hay que considerar que los caraqueños también se siente maltratados por la ciudad, por el tráfico, por la inseguridad, por los malos servicios. Lo que muchas veces genera respuestas violentas por parte de los caraqueños".
Esa visión da a entender que el reto de transformar a Caracas no depende exclusivamente de los gobiernos ni aisladamente de los ciudadanos. Sino más bien de una responsabilidad compartida. "La transformación depende de cambios administrativos, físicos y ciudadanos", explica Ricardo Montezuma, director de la Fundación Ciudad Humana de Bogotá. "¿Por qué? Porque la ciudad es la gente. Por tanto, la calidad de la ciudad dependerá de cuán exigente sea el ciudadano".
La experiencia que se vivió en Bogotá, durante la gestión del alcalde Antanas Mockus, sirvió para demostrar que los cambios de una ciudad no pueden excluir a sus habitantes, pues ellos deben fungir como corresponsables de lo que pasa en su entorno y como agente corrector del comportamiento de los demás, a través de la sanción moral.
Ese principio de responsabilidad ciudadana se puso en práctica con la entrega de 350 mil tarjetas ciudadanas, las cuales funcionaron como instrumento de regulación. "Los automovilistas lo usaron mucho", afirmó Montezuma. "Con la tarjeta blanca, demostraban su aprobación. Y con la roja, su desaprobación. Ello sirvió para reducir las colas y la violencia en el tráfico".
Otros ejemplos existen en Latinoamérica, lo que demuestra que Caracas también puede mejorar. "Hay que pensar que la capital es una potencialidad", afirmó Briceño. "A veces acentuamos los aspectos negativos y no los positivos, como su clima, su verdor, El Ávila, su gastronomía, su multiplicidad cultural y la amabilidad de su gente".
En ese saco no sólo entran quienes echan la basura, con la excusa de que la ciudad carece de papeleras. O quienes irrespetan las señales de tránsito, sin importar que su infracción cause mayor congestionamiento. También se incluye a quienes son incapaces de decir buenos días al entrar a un ascensor o dar las gracias a cualquiera que le ofrezca un buen servicio.
La ausencia de esas reglas mínimas de convivencia, que constituyen lo que se conoce como cultura ciudadana, conducen al irrespeto del patrimonio común, al desconocimiento de los derechos del otro y a una inexistente participación.
"El caraqueño adora su ciudad moderna, pero no se comporta como esa modernidad le exige", opina el sociólogo Juan Manuel Trak. "No respeta la convivencia ciudadana, gusta de apropiarse de los espacios públicos y de irrespetar al otro, lo que lo convierte en un enemigo de la ciudad".
A juicio del sociólogo Amalio Belmonte, la identidad del caraqueño está tan poco arraigada, que le resulta difícil apelar a ella al momento de defenderla. "Esa ambigüedad explica por qué somos tan poco cuidadosos con el entorno o por qué somos tan agresivos con el otro. Es así como podría decirse que en nosotros hay una especie de masoquismo de hacer de Caracas un lugar poco vivible".
Ahora bien, sería un error asegurar que todos los caraqueños son indiferentes a los problemas de la ciudad. Algunos pueden tener conciencia de aquello que no deben hacer, pero a veces la condiciones de la capital no favorece a que sean buenos ciudadanos.
"El comportamiento cívico requiere educación, pero además condiciones en la ciudad que lo favorezcan", comentó el sociólogo Roberto Briceño León. "Hay que considerar que los caraqueños también se siente maltratados por la ciudad, por el tráfico, por la inseguridad, por los malos servicios. Lo que muchas veces genera respuestas violentas por parte de los caraqueños".
Esa visión da a entender que el reto de transformar a Caracas no depende exclusivamente de los gobiernos ni aisladamente de los ciudadanos. Sino más bien de una responsabilidad compartida. "La transformación depende de cambios administrativos, físicos y ciudadanos", explica Ricardo Montezuma, director de la Fundación Ciudad Humana de Bogotá. "¿Por qué? Porque la ciudad es la gente. Por tanto, la calidad de la ciudad dependerá de cuán exigente sea el ciudadano".
La experiencia que se vivió en Bogotá, durante la gestión del alcalde Antanas Mockus, sirvió para demostrar que los cambios de una ciudad no pueden excluir a sus habitantes, pues ellos deben fungir como corresponsables de lo que pasa en su entorno y como agente corrector del comportamiento de los demás, a través de la sanción moral.
Ese principio de responsabilidad ciudadana se puso en práctica con la entrega de 350 mil tarjetas ciudadanas, las cuales funcionaron como instrumento de regulación. "Los automovilistas lo usaron mucho", afirmó Montezuma. "Con la tarjeta blanca, demostraban su aprobación. Y con la roja, su desaprobación. Ello sirvió para reducir las colas y la violencia en el tráfico".
Otros ejemplos existen en Latinoamérica, lo que demuestra que Caracas también puede mejorar. "Hay que pensar que la capital es una potencialidad", afirmó Briceño. "A veces acentuamos los aspectos negativos y no los positivos, como su clima, su verdor, El Ávila, su gastronomía, su multiplicidad cultural y la amabilidad de su gente".
Mirelis Morales Tovar
Texto excrito para el Diario El Univesal
publicado el 26 de julio de 2008
Foto tomada de Tal Cual Digital
Estoy totalmente de acuerdo, como dice mi mamá, el caraqueño, bueno en general el venezolano, ha perdido todo rasgo de educación, amabilidad, generosidad y hospitalidad, porque aun cuando puede que siga siendo generoso y hospitalario para "algunas cosas", ese comportamiento agresivo del que todos somos participes y protagonistas también hace que esa generosidad y hospitalidad tan reconocida en otros tiempos, desaparezca de nuestra idiosincrasia....
ResponderEliminarPor otro lado quiero referirme a la foto que aparece en este artículo, acaso no era esa estatua, así como muchas otras Patrimonio Cultural e Histórico de la Nación????, como es que ahora declaran ciertos lugares y hasta casas privadas, como lo es la casa de Arturo Uslar Pietri, que por Ley de Sucesión y Ramos Conexos, pertenece legalmente a sus herederos y no a la nación?, es clara evidencia para mi en lo particular que se esta gestando otro hachazo, el de la expropiación, será cierta mi apreciación?, esto es indicio de los pocos dolientes que tiene Caracas y el País en general y de la agresividad que sigue imperando....gracias Mirelis por este Blog, eres fuente de inspiración.....AB