viernes, 30 de octubre de 2009

Las cosas que hay que reflexionar en esta ciudad...




¿Sufrimos desesperanza aprendida?


No pretendo caer en autoyuda. Y menos dármelas de psicóloga, porque de eso no sé nada. Sólo quería compartir con ustedes la información que conseguido sobre un término que creo que encaja perfectamente con lo que algunos sentimos en este momento. Me refiero a eso que los expertos llaman: "desesperanza aprendida" y que salió a relucir en un conversación con mi amigo Eugenio Martínez, cuando le comentaba lo desanimada que me sentía por la avalancha de noticias negativas que se lee en los periódicos y que me hace pensar que este país no tiene salida.

Pues bien, leyéndo entendí por qué me hizo mención a ese término. La “desesperanza aprendida”, según escribe Renny Yagosesky en su site http://www.laexcelencia.com/, es un estado de pérdida de la motivación, de la esperanza de alcanzar los sueños, una renuncia a toda posibilidad de que las cosas salgan bien, se resuelvan o mejoren.

La desesperanza -continúa Yagosesky- es considerada un pesar, una enfermedad, una maldición de gran potencia limitante. El filósofo Nietzsche, la consideraba “la enfermedad del alma moderna”. Puede decirse que es un estado en el que se ven debilitados o extinguidos, el amor, la confianza, el entusiasmo, la alegría y la fe. Es una especie de frustración e impotencia, en el que se suele pensar que no es posible por ninguna vía lograr una meta, o remediar alguna situación que se estima negativa. Es una manera de considerarse a la vez: atrapado, agobiado e inerme.

Desesperanza -prosigue- no es ni decepción ni desesperación. La decepción es la percepción de una expectativa defraudada, la desesperación es la pérdida de la paciencia y de la paz, un estado ansioso, angustiante que hace al futuro una posibilidad atemorizante. La desesperanza, por su parte, es la percepción de una imposibilidad de logro, la idea de que no hay nada que hacer, ni ahora, ni nunca, lo que plantea una resignación forzada y el abandono de la ambición y del sueño. Y es justamente ese sentido absolutista, lo que le hace aparecer como un estado perjudicial y nefasto.

Para superar la Desesperanza aprendida, el autor asegura que es necesario:
*Comprender que se trata de una percepción y no de una realidad.
*Asumir que todo pasa y que cada día es nuevo, y está lleno de posibilidades y potencialidades.
*Buscar formas creativas de abordar la situación valorada como amenaza.
*Apoyarse en personas que tengan otros recursos que usted no posea.
Reevaluar o reconceptualizar la situación en busca de ángulos positivos.
*Aceptar, adaptarse y esperar un mejor momento para actuar, si considera que realmente nada puede cambiarse aquí y ahora.
*Centrarse en los recursos, dones y talentos, en vez de enfocarse en el problema o en sus posibles consecuencias negativas.
*Buscar en su experiencia conductas que le hayan servido para superar situaciones similares.
*Segmentar la acción. No se enrede. Defina una estrategia y dé un paso a la vez para salir del atolladero.

Lo más importante aquí, recomienda Yagosesky , es que comprenda que la gran mayoría de las veces, salvo en casos extremos de catástrofes naturales o eventos críticos inesperados, lo que vemos como “problema” es en realidad una idea mental que se genera cuando evaluamos una situación en razón de nuestras posibilidades de resolverlo. No es algo que está allá. No es algo que está allá “afuera”, y sobre lo cual no tenemos influencia alguna. Reflexione sobre esto, tome precauciones y viva lo mejor que le sea posible.

Texto tomado de http://www.excelencia.com/

Ilustración Rayma. Tomado de El Universal


2 comentarios:

  1. A veces es muy difícil tratar de no desesperanzarse, sobre todo cuando sales a trabajar sin tener la certeza de que volverás. Y eso, pensando en mi hija, me da pánico. Claro, minutos después piensas: "calma pueblo, pa´lante es pa´allá"... Pero no sabemos hasta cuándo vamos a tener esas fuerzas...

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  2. Lo lamentable de la desesperanza es que se esta conviritiendo en una enfermedad, cuyas dimensiones alcanzan la de: Discapacitante, porque estamos perdiendo la capacidad de salir y enfrentrarnos al diario vivir. Crónica, porque trata todos los días de que no podamos salir adelante. Recurrente, porque ataca siempre, en cualquier momento. Y lo peor es que se esta convirtiendo en Incurable, diria además que hereditaria y hasta mortal.
    No tenemos por donde atacarla, no hay remedios que resuelvan este padecimiento autoinmune, nos estamos metiendo en nuestra propia cúpula de cristal para no correr riesgos.... Ya parece una enfermedad de las modernas para las que la cura aun esta en investigación...y el único responsable es un gobierno que no se encarga de nada sino de llenar sus propias arcas y de sus propios delirios de grandeza que cumple con los individuales de una cuerda de desadaptados y resentidos sociales.....

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