Por el medio de la calle...
La ciudad fue nuestra. Por cinco horas, está bien. En un pedazo de Chacao, ok. Pero fue nuestra. Y en ese territorio se abrió una tregua para sentirnos libres, cómodos y felices. Así que sin querer ni desearlo nos compenetramos con el espacio, nos comprometimos con el entorno y nos identificados con el otro.
Gozosos de estar a nuestras anchas, hicimos lo que nos dio la gana. Nos pidieron abrazos gratis y los dimos. Vimos arte sin entenderlo, pero lo vimos. Y así nos fuimos… Nos sentamos en la acera y disfrutamos de la gente pasar. Escuchamos música en el medio de la calle e invitamos al de al lado a bailar. Aprovechamos unos sillones que alguien dispuso en una calzada y nos acomodamos para ver a Ergo pintar.
Sucumbimos ante el séptimo arte y nos dispusimos a ver imágenes en movimiento en medio de un lugar que jamás habíamos tenido intenciones de pasar. Vimos las tonterías que hacía una payasa en tarima, pero la disfrutamos y nos reímos. Quedamos prendados de la imagen de una mujer colgada en unas telas sobre el espejo de aguas de la Plaza Altamira y de allí no nos movimos hasta que terminó lo que hacía. Y así…
En eso estuvimos. Descubriendo algo en cada esquina. Sorprendiéndonos con cada cosa que nos tropezábamos y reencontrándonos con amigos. Y bueno, en ello se centra lo maravilloso de ir Por el medio de la Calle. Este evento –que se ha hecho por cinco años consecutivos y que esperamos que se haga por muchos años- no es más que una excusa para reconciliarte con la ciudad. Una oportunidad para conocerla, para enamorarse de ella y hasta para pedirle perdón.
A mi juicio, la ampliación del circuito hizo más cómoda la experiencia de este año. A pesar del volumen de personas, no resultó tan complicado caminar. Y eso lo hizo más grato. A diferencia de otras ediciones, la música tuvo mucho peso y eso me encantó. Sobre todo, porque no se centró sólo en grupos de rock como pasó otras veces, sino que había para todos los gustos. La estación de la Movida Acústica Urbana estuvo maravillosa. La presentación de Alfredo Naranjo y Guajeo ni hablar. Y Monsalve, mi mejor descubrimiento.
Sin embargo, me dio la impresión que la oferta de actividades fue menor a la del año pasado. O no sé si fue que al tener un circuito más grande, me costó más llegar a tiempo a las estaciones. También creo que los performance de la edición anterior fueron más llamativos o imponentes –como el caso del español y del alemán-. Mientras que esta vez, observé mucho performance itinerante y menos ambiciosos. En el caso del skate, me pareció que estuvo un poco pobre. Quizás por la falta de un patrocinante como Red Bull, que siempre apoyaba esa iniciativas. Extrañé las proyecciones en los edificios del casco de Chacao y alguna actividad en la Plaza Bolívar, pero las reparaciones no lo permitieron este año.
Me encantó ver a mucha gente adulta. Incluso de la tercera edad, disfrutando del evento. Lo que indica que ya no es sólo un evento de “chamos” o de “pavos” –como diría mi madre- sino que nos involucra a todos. Incluso, uno que otro arriesgad@ que se fue con sus muletas o en sillas de rueda. Lo que te demuestra que lo que había eran ganas de disfrutar la ciudad. Y eso no tiene precio… Así que por mi parte, esta quinta edición de Por el medio de la calle me dejó contagiada y quiero que venga el otro ya…